Marcos Aguinis: "Ya no somos un país federal"

Reportaje a Marcos Aguinis, autor de "¡Pobre patria mía!"



Es una voz de opinión y ocupa un relato de la realidad, hasta la más actual. Es un panfleto, en el mejor de los sentidos. Y tiene nombre, apellido, y hasta un cuerpo, también, que lo sostiene. Es un ensayo que dice, con absoluta claridad, lo que piensa un escritor argentino, muy sui generis, al integrar el club de los escritores exitosos. Suena bastante extraño recurrir al éxito como categoría, pero no es menos cierto que Marcos Aguinis es uno de los autores más leídos y vendidos del país.
No escapa el propio autor al ensayar una visión cínica del éxito, refiriéndose a los momentos brillantes de Argentina, la del relato del granero del mundo: “por más que algunos revisionistas se empeñen en descalificar aquella época de crecimiento, esperanzas y valores, no hemos tenido otra mejor…”.
En esa misma intensidad suceden reflexiones de un destino trunco, aquel país que nadie ha sabido conseguir del todo. Este Aguinis de “¡Pobre patria mía!” es un hombre indignado. Y no trata de disimularlo. Es bastante evidente que a los 74 años no hay demasiadas razones para emprender tareas nacidas al calor de las mejores intenciones. En ese sentido, la contribución es un aporte más a la confusión general, como decía la publicidad de la revista Humor.
El peronismo, en la pluma de este panfleto, está expuesto como visión de una tradición histórica de la política, que el autor hila en hechos que vuelven a repetirse en distintos escenarios y épocas. Sin embargo, no es el peronismo el blanco de la desazón de Aguinis, sino más bien el núcleo K, a los que no duda en calificar como los más corruptos de la historia argentina.
“Kirchner no ha puesto tras las rejas ni a un solo opositor y tampoco ha ordenado eliminar a un solo periodista. Le reconozco ese mérito. Grita, injuria, amenaza, aprieta y manipula los recursos del Estado, pero no comete delitos espantosos. Instaló el terror, la censura y la autocensura, desde luego, pero sin guillotina ni campos de concentración. Entonces no habría motivos para tenerle tanto miedo. No obstante, la población y nuestros dirigentes le temen, con las excepciones que siempre confirman la regla, como siempre”, manifiesta.
Para los mendocinos este nuevo libro de Aguinis exhibe algunas referencias atípicas, que van desde la denuncia, en 1999, de lo que se llamó la “causa Viazzo”, hasta citas de comprovincianos, como el diputado nacional del Partido Demócrata, Omar de Marchi (en ocasión del debate legislativo sobre el fin de las AFJP), y del médico Abel Albino por su labor en CONIN (“entidad reconocida dentro y fuera de nuestras fronteras”, sostiene). Desde luego que no puede faltar comentario sobre el actual vicepresidente Julio Cobos, cuando manifiesta “el espíritu de sanguinaria confrontación del matrimonio” K, que “fue un hiriente ninguneo que aplica con sadismo por razones importantes o baladíes”. Y por si no bastara, en este reportaje habla sobre Bordón, el ex gobernador.
Aguinis ha participado como “Escritor Distinguido” en la American University y el Wilson International Center, ambos de Washington. En Francia se lo designó Caballero de las Letras y las Artes. También ha sido el primer autor latinoamericano en obtener el Premio Planeta de España. El cineasta Luis Buñuel dijo que lo había impresionado “su profundo sentido ético, político y social”. Sin duda se trata de una figura de prestigio internacional.
He aquí un breve paseo por los días de infancia, su opinión del peronismo, su relación con José Octavio Bordón, Chávez, los Kirchner y aquellos libros que donó y que se perdieron como en un tango fatal.
- El inicio del cuestionario lo he situado en sus días más lejanos, aquellos de Córdoba. ¿Cuáles son sus recuerdos de la primera región de vida de provincia?
- Pasé mis primeros quince años en Cruz del Eje. Vivía al lado de una Biblioteca Pública donde aprendí a degustar la lectura. Mi médico de infancia fue Arturo Illia. Tengo muchos recuerdos intensos de esa época. En especial los valores que recibí en mi hogar, pobre y trabajador. Podría escribir libros sobre esa etapa.
- Desde chico le despertaron pasiones las humanidades. En Cruz del Eje, primero, luego Bellas Artes en Córdoba. ¿Es esta etapa la que define o definió su vida?
- Claro que sí. En Cruz del Eje, y luego en Córdoba, cultivé varias expresiones artísticas, en especial la música y la literatura. Pero también me enamoré de la historia y los aportes culturales que han forjado las religiones, cuyos textos sagrados empecé a leer alrededor de los trece años.
- Hubo un hecho de infancia muy impactante: el día que sus padres recibieron una carta despachada en Europa, por la que se enteraron que su abuelo y dos de sus tías habían corrido la misma suerte que miles y miles de judíos en la República de Moldavia y el resto de Europa.
- Es cierto. Me produjo un impacto terrible, traumático, ver llorar a mi padre, que era un hombre fuerte y bondadoso. Ahí tomé conciencia sobre el crimen de las guerras y los odios. Luego me enteré con más detalles sobre el Holocausto, que una política perversa y cínica, pretende negar. - ¿Tiene registro de aquel momento para la vida de un niño? Sí. Me volví pacifista y me entusiasmé de Stefan Zweig, Romain Rolland y Jean Jaurés, que fueron líderes del pacifismo, casi al mismo tiempo que el Mahatma Gandhi. Valoré el libro de Alberdi sobre ese tema y comprendí que Alberdi había sido un genio en el más amplio sentido de la palabra, no sólo por habernos inspirado la Constitución Nacional.
- Parece sorprendente que haya sido muy mal alumno entonces y que luego se haya destacado como estudiante universitario en distintas carreras. ¿Cómo lo explica?
- Suele ocurrir. Otras personas más grandes e importantes que yo pasaron por la misma contradicción. Creo que se mantienen potencialidades dormidas que son despertadas en algunos por la motivación y el esfuerzo. Es mi caso. Tal vez heredé de mi madre la importancia que le doy a la cultura.
- ¿Es cierto que su casa paterna estaba próxima a una biblioteca?
- Hacía medianera. Del lado de mi casa teníamos un corral con el caballo de nuestro sulky. Yo lo cuidaba, lavaba y le daba la comida. Del otro lado relucían los pisos lustrados de la Biblioteca Popular Jorge Newbery y sus bellos anaqueles llenos de libros. Sobre mesas de dos aguas se distribuían revistas y diarios. Era el colorido contraste entre dos mundos.
- Ha realizado muchos viajes. Y siempre vuelve a Córdoba. ¿Por qué razón?
- Quizás porque el tiempo que viví en esa provincia me impregnó de las maravillas que contiene nuestro país. Se las olvida y margina con mucha irresponsabilidad. Imagínese que ahora ya no somos un país federal, casi, sino más unitario del que se pretendía en el siglo XIX. A propósito de federalismo deseaba interrogarlo sobre la relación entre Domingo Sarmiento y el peronismo… Perón nunca menoscabó el recuerdo de Sarmiento. Lo hicieron quienes hacen revisionismo histórico de carácter ideológico, al margen del mismo Perón. Entonces repudian detalles de su vida o sus textos, pero marginan lo sustancial, que era su profundo humanismo, su deseo de progreso, su carácter democrático, su contribución a la educación y cultura argentinas y su honestidad a prueba de balas.
- Hace meses estuvo en San Juan, precisamente honrando la memoria del ex presidente cuyano.
- Junto con Alberdi, son dos titanes. Entre ellos discutían porque la discusión les proveía un ajuste de ideas. Además, fue el mejor escritor argentino del siglo XIX, enfático en su lucha contra el autoritarismo.
- ¿Por qué cree que el peronismo ha sido un movimiento instigador del ideario sarmientino en varios de sus tramos ideológicos?
- El peronismo se ha dejado ganar por un revisionismo que ama a los autoritarios, llámense caudillos o conductores. No privilegia las instituciones ni la Constitución ni la democracia. Aunque ha mejorado muchísimo, aún tiene fracciones que responden a tendencias de carácter fascista, por desgracia. De ahí que me gusten los peronistas que llaman a una profunda autocrítica.
- El propio gobernador sanjuanino Gioja, cercano al kirchnerismo, se declara abiertamente sarmientista. E incluso con reconocidas intervenciones en el Senado, a la hora de recordarlo. ¿Será que el peronismo es un movimiento sin ideas, capaz de contar con hombres con ideas tan disímiles y contrapuestas?
- El Peronismo nunca fue coherente. La primera presidencia de Perón desplegó un abanico contradictorio: en favor y en contra de la Iglesia, en favor y en contra de las estatizaciones, en favor y en contra del antisemitismo, en favor y en contra del pluralismo ideológico, en favor y en contra de la producción agropecuaria.
- He oído los mejores conceptos suyo de otro peronista, José Octavio Bordón. Y algunos recuerdos en común, mientras él era embajador en Washington.
- Me pareció un hombre honesto, moderado, culto y dialoguista.
- ¿Cuál es su relación con él?
- De afecto. No nos hemos vuelto a encontrar desde que nos fuimos de Washington.
- ¿Existe espacio en el peronismo que podría ser ocupado por hombres de esas características?
- Por supuesto que sí. Empecemos por el ejemplo de Perón, que se abrazó con Balbín, a quien había metido en la cárcel durante su primera Presidencia.
- En varios tramos de su último libro escribe sobre Hugo Chávez, ¿es la peor cara de una región que pretende interactuar con el mundo entero o, más bien, la continuidad de una tradición latinoamericana cuando menos exótica?
- Es un narcisista, con psicología de tirano. Aprovecha la herencia latinoamericana, llena de las pústulas que nos dejó la etapa monárquica absolutista y la Inquisición. Busca poder y dinero. No le interesa la democracia ni el genuino progreso de su país o del continente. De hecho, su gestión es un desastre. Si no fuese por el petróleo, habría pasado desapercibido.
- ¿Cuál es su opinión acerca de los gobiernos de izquierda que parecen formar un bloque regional, en base a sus desempeños electorales?
- No los llamaría de izquierda, sino populistas que usan el rótulo de izquierda para seducir a los giles. Aumentan la pobreza y la ignorancia. Incrementan la droga y las dictaduras (disfrazadas de democracia).
- ¿Cómo analiza lo sucedido con Alfonsín y su entierro?
- Alfonsín fue evocado con mucho cariño por su conducta. No se habló de su gestión, sino de que fue un hombre honesto, sin soberbia, y que jamás llamo "enemigos" a quienes pensaban diferente. Es el modelo que desea la mayor parte de los argentinos.
- No lo voy a interrogar por él, pero sí por la función que desempeñó en el retorno democrático, aunque a usted, supongo, le agrade más aquello de “primavera cultural”.
- Es que Alfonsín estuvo interesado en la resurrección cultural antes de ganar las elecciones. Se reunía con nosotros y nos estimulaba a redactar proyectos y planes. Después se ocupó personalmente por auditar nuestra gestión, redoblando nuestra motivación.
- ¿Le gustaría volver a ocupar la Secretaría de Cultura? Es una pregunta legítima sobre la que no hay opinión.
- Eso fue. Ahora ayudo escribiendo y hablando. Estudiando y pensando. Corrigiéndome siempre.
- ¿Cuándo es que se enamoró y cómo se dio cuenta?
- A eso de los 16 años me enamoré de una chica. Sentí un terremoto interior. Pensaba en ella todo el tiempo. Le componía melodías. Al verla aparecer sentía que el mundo entero se iluminaba. Fue el primer amor. Después vinieron otros...
- Ha dicho que la literatura ha funcionado en su vida como una amante, y que sus otras profesiones bien podrían ser la mujer. ¿Qué le sumó su pasión literaria?
- No lo podría decir. Sin la literatura me sentiría vacío.
- ¿Qué cree que le pregunta un hombre sin religión a Dios?
- No le pregunta: dialoga consigo mismo, como si una parte fuese ese Dios que debe ofrecer respuestas, pero que siempre calla. Un silencio que estimula a seguir pensando.
- ¿Y qué cree entonces que Dios puede preguntarle a un argentino?
- ¿Cómo se las arreglaron para destruir a un país y un pueblo tan bellos?
- El último comentario es más bien un reconocimiento por la donación que hizo de la mitad de sus libros personales a una biblioteca pública porteña, en 2001. ¿Se arrepiente de haber entregado alguno de esos títulos?
- Fui a buscar un título que necesitaba repasar y no lo encontraron. La Biblioteca no se esmeró en cuidar los libros que doné. Una prueba más de lo desastroso que es nuestro Estado, que en vez de ser de todos, es del gobierno. O mejor dicho, de quienes ocasionalmente ocupan el gobierno. Ineficaz y irresponsable. No cumple con sus funciones, que son tan importantes.
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