Argentina y la pobreza entre la chiqueza de la riqueza


Por Mauricio Runno

Toty Flores: “La pobreza es la falta de cosas básicas. Pero hay una pobreza peor: cuando te resignas a que no podes salir de la pobreza”. Sucedió el viernes en extenso diálogo con Alejandro Fantino en una noche de sus mejores reportajes en televisión abierta.

Como en tantos otros temas prioritarios la pobreza en Argentina no posee, desde los ámbitos del poder, una solución integral, sino manotazos. Pasan los años y la asistencia nunca termina de remediar la angustia de millones de compatriotas.

Es una falencia de la que todos somos responsables, pero no todos culpables, ya que existen grupos desde la economía y la política a los que les cabe más que una mera “responsabilidad”.

La síntesis de Flores, uno de los compañeros políticos aportados por Lilita Carrió a la coalición gobernante, es bastante exacta y, en especial, digna de respeto, pues a él no le han contado lo de ser pobre, no debe recurrir a estadísticas y su trabajo para ayudar a que varios otros no caigan en la “resignación” es tan encomiable como el de cualquier persona u organización que se dedica a tareas asistenciales.

La pobreza en Argentina requiere de un compromiso más inteligente y superador al de cualquier discurso lúcido. Hemos llegado a un límite peligroso con el dato oficial que habla de una franja del 35 % del país en condiciones magras o peores (pobres o por debajo de la línea de la pobreza).

De lo que se trata -y se ha tratado siempre- es de elaborar un plan con los modos estrictos de una política de Estado, convocando a especialistas, cotejar experiencias exitosas en el mundo y ofrecer a la sociedad un diseño para triunfar en una batalla en la que ganan todos. Se requiere de amplio consenso y de responsabilidad ciudadana, en los términos más amplios. 

Pongámoslo así: si 3,5 de cada 10 argentinos vive en la pobreza, ¿a quién le conviene tal realidad? Los 6,5 de la otra franja, ¿tienen derecho a creerse con más derechos? ¿A cuento de qué? 

En la Argentina ha fracasado la asistencia, pero también la responsabilidad. Y 10 de cada 10 es la estadística no medida pero la más elocuente. Quizá no aparece en los medios, o aparece mucho, pero lo cierto es que no podrían ser los más culpables de esta situación los que menos tienen, los que han abrazado la “resignación”.

Combatir la pobreza supone más que una idea fuerza o una aspiración. Es dar batalla para modificar un perfil de estructura de país, contar con una sociedad más preparada hasta para resolver sus conflictos. 

Según las estadísticas oficiales ya no hay más parches posibles, salvo que pretendamos vivir la militarización de las favelas que vive hoy Brasil. La pobreza es ingrata como fenómeno: es un proceso que avanza día a día, incluso minuto a minuto, y aliviarla es cuestión de años. De allí que su tratamiento no sea mágico ni instantáneo ni rápido. Pero debe ser consecuente, inteligente, si lo tomamos como prioridad. Llevamos décadas de inoperancia atemperadas por espejitos de colores.

Para combatir la pobreza es indispensable hablar de la riqueza. Y es más que una obviedad o una frase que han pasado por alto los culpables de esta situación. 

¿Estamos dispuestos a hablar seriamente de cómo producir riqueza en Argentina? ¿Quieren los pobres ese debate, sin el casete de la izquierda cavernícola de nuestras pampas? ¿Quieren los ricos, algunos peor o igual de cavernícolas? ¿Garantiza el Estado y las mayorías políticas un debate sin calculadora a mano?

Datos recientes, publicados en El Cronista, colocan la situación de la pobreza, pero al otro lado de la pirámide. A saber: en 2016 en Argentina "el crecimiento de las fortunas familiares fue mayor al 10% como consecuencia de la revalorización de activos financieros en el exterior más que por la creación de nueva riqueza en el país", señaló Jorge Becerra.

Y completó: "Unas 106 familias argentinas concentran casi el 10% de la riqueza privada del país. Son aquellas que tienen más de u$s 100 millones en activos líquidos (sin contar propiedades) y hay unas 45.000 familias que tienen más de u$s 1 millón".

El Banco Mundial realizó un detalle sobre una de las recetas para el crecimiento de los países, advirtiendo que “todos aspiran a tener un crecimiento económico alto y sostenido, pues así es mucho más factible la reducción de la pobreza y la expansión de oportunidades para todos los ciudadanos”. 

Ofrecieron 5 puntos que quizá ayuden a la posibilidad de pensar aquí en Argentina un plan global y estratégico.

- Integración económica: los países con crecimiento alto y sostenido invariablemente se integraron de manera inteligente en la economía internacional y aprovecharon las ventajas de la globalización. Pensemos en China y en muchas de las economías de Asia. O más cerca, en Centroamérica, los casos de Panamá y Costa Rica en los últimos diez años.

- Estabilidad macroeconómica: en la jerga de los economistas ésta es una condición necesaria pero no suficiente. Centroamérica también es una buena demostración de este punto. Las políticas económicas de los años setenta llevaron a una inestabilidad que repercutió en un crecimiento económico muy bajo, o incluso negativo, durante los años ochenta. Pero la estabilidad por sí sola no genera necesariamente un alto crecimiento, como ejemplifica el devenir de la economía guatemalteca en las últimas décadas. 

- Altas tasas de ahorro e inversión: por encima del 25% del PIB, sumando inversión pública y privada, y con significativos contenidos de inversión en capital humano y en infraestructura física. Es importante, no obstante, que los altos niveles de inversión pública no pongan en riesgo la estabilidad macroeconómica. Por ello es necesario que existan suficientes ingresos y eficiencia en el sector público para poder hacer frente al gasto necesario para cerrar las brechas de capital humano y físico. 

- Mercados que funcionan bien, donde los precios conducen a decisiones de inversión, ahorro o consumo eficientes, y en los que hay competencia. De nuevo, se suele decir que sin competencia no hay crecimiento, si bien la competencia por sí misma no lo garantiza. 

- Gobiernos capaces, con alta credibilidad y comprometidos con una estrategia de crecimiento bien definida. La experiencia internacional sugiere que las estrategias de crecimiento suelen tener mayor éxito cuando encierran la promesa de igualdad de oportunidades y ofrecen a todos los habitantes las mismas posibilidades de gozar de los frutos del crecimiento.

Las ilustraciones son obras de Antonio Berni

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