Crónica de un tour mágico y misterioso: Marcelo Pelleriti no se entrega

Hugh Ryman, Pancho Lavaque, al centro, y a la derecha Marcelo Pelleriti. La presentación de sus vinos Vallisto fue en  el Splendor, en Palermo Soho.

Marcelo Pelleriti lanzó esta semana dos nuevos vinos en Buenos Aires. Es el hombre del momento en la industria. Recibe a periodistas de vinos y también de música. Ofrece charlas allí donde se las piden. Defiende con pasión lo que hace. Y, en el mismo combo, acaba de presentarse como uno de los lados de un triángulo que amenaza con revolucionar los vinos de Argentina.

Por Mauricio Runno
El lunes, martes y miércoles, el enólogo Marcelo Pelleriti no ha hecho más que sostener apenas una idea: la defensa –apasionada- de la vitivinicultura en Argentina. Acaso consciente de su autoridad y su protagonismo, por el prestigio adquirido desde siempre pero reconocido en todo el mundo por ser el primer latinoamericano en conseguir los 100 puntos Parker, su palabra retumba y se escucha, día a día, con mayor impacto y atención. Y aquí en Buenos Aires es notorio.
En la noche del último miércoles culminó un tour agotador para el enólogo. Fue durante la presentación de su nuevo proyecto, que, en verdad, es también sostenido por otros dos socios: Pancho Lavaque y un player destacado de la industria global del vino, el inglés Hugh Ryman. La mayor novedad del terceto de enólogos es que lanzaron, para Argentina y el mundo, dos líneas de Vallisto, la marca con la cual producen desde el Valle de Cafayate (Salta). Se trata de un torrontés y un malbec, los dos tanques de la industria nacional, cada vez más populares entre los variados consumidores del planeta.
¿Qué clase de hombre es Hugh Ryman? En principio, el dueño de una vida que inspiró la película “Un buen año”, que fuera dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Russell Crowe, en 2006. Ryman, siendo un joven empresario, irrumpió y desafió a la vieja guardia de bodegueros franceses elaborando vinos sin una tradición en la industria, de modo que el banquero se mudó a Provenza luego de heredar un viñedo. Comenzó en Francia cuando su padre vendió una papelería familiar, ya que había aprendido enología en Burdeos y asistido a la mejor escuela de Australia.
Camilo Aldao, de estancia Los Alamos, en San Rafael, hizo que los actuales socios argentinos de Vallisto se conocieran entre sí. Luego, Pelleriti y Pancho Lavaque se mantuvieron en sincronía y hoy conjugan y multiplican un desbordante frenesí por el vino argentino. “Poder hacer un viñedo de cero, con gente tan apasionada, es un sueño hecho realidad”, explica Ryman, a quien definen como uno de los primeros enólogos “voladores”, es decir, aquellos expertos que son enviados por los clientes en el extranjero para supervisar y mejorar la forma de hacer vinos en bodegas de Francia, España, Chile o Hungría.
El lunes, durante un almuerzo con dueños de vinerías y distribuidores de Buenos Aires y Zona Norte, en Puerto Madero, el mendocino confesaba: “Cafayate siempre es un desafío, más allá del torrontés”. El auditorio lo seguía atento y en silencio: “Los vinos blancos me han tenido de hijo mucho tiempo”, prosiguió, entre varias risas. De allí fue a dar una conferencia. Y otra más, así como al día siguiente, en el marco del 3 º Encuentro Vinos de Autor 2013, que se realizó en el Buenos Aires Design, con marcada presencia de vinos de Mendoza, incluyendo hasta bebidas no clásicas, como el espumante y la grapa. 
La noche de martes, en cambio, el enólogo se reunió con uno de sus amigos más entrañables, el músico Jaime Torres, quien se jactó de haberlo hecho comer el mejor sushi de Buenos Aires, en el laberinto del Barrio Chino. Pelleriti tiene estrecha relación con la música. Y ya prepara la primera edición porteña del WineRock, que comenzó en Vista Flores, antes que culmine el 2013.
Malbec y Torrontés son las cepas elegidas para este proyecto, cuyo objetivo es explorar el potencial de calidad de Cafayate y llevarlo al límite, para crear un vino que resuma todo este proceso de aprendizaje. En un suelo diferente a los otros de la zona, con un recorrido solar distinto, que es menos agresivo por la tarde y resulta ideal para la uva, desde que brota hasta que se cosecha.
“Además de estas condiciones para la vid, te paras en el terreno que elegimos, ves la vista y te das cuenta que es un lugar especial. Nos dijimos que allí se puede lograr el mejor viñedo del mundo, y nos propusimos hacerlo, para hacer el mejor vino”, cuenta Pancho Lavaque, enamorado de Cafayate desde su niñez. “Elegimos las cepas que más potencial tienen en la zona: se puede hacer el mejor Malbec que se haya hecho y el torrontés que es marca registrada. Además de lograr un buen producto hay un gran camino recorrido por esos varietales, ya que el Malbec en el mundo es también una marca en sí misma”.
Marcelo Pelleriti aclara que “el Malbec no es uno solo, tenemos distintos clones y elegimos entre las mejores genética del mundo, pero no pusimos todo de la misma sino que armamos cuadros con distintas uvas para después tener diversidad y, a futuro, crear un corte más complejo. No sólo importa la cepa sino el lugar que es muy influyente, desde el suelo, la altura, el clima, el micro clima. También está todo el factor humano, en una zona con una riqueza histórica impresionante, en la que se hace vino desde el 1600. En el valle hay una cultura donde está muy arraigada la vid. El vino y el turismo son las actividades más fuertes de la zona, la gente vive de eso y tienen un nivel de aislamiento del centro de la industria que está bueno, esto ayuda a darle la identidad del lugar y se refleja en los vinos de Cafayate. Qué más lindo que la diversidad, y ese aislamiento que nos da nuestra identidad”.
Pelleriti no para. En la ciudad o en los viñedos. Acá o allá. Ya prepara su charla en la feria de vinos más importante de Francia, Vinexpo, que se realiza en Burdeos, del 16 al 20 de junio. Allí, el mendocino acaso tome real dimensión de su actual momento en la industria, pues estrenará sus 100 puntos Parker allí donde produce el vino que lo ha llevado a ocupar las marquesinas más destacadas del mundo. Seguramente en ese foro destacado vuelva a hablar sobre lo distintivo del vino que se hace en Argentina, lanzará dardos contra quienes hoy dudan de nuestra industria, y no se cansará de repetir que todo, o casi, es una cuestión de actitud.

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